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La destreza y la felicidad

Pintor ante todo, Rubén Leyva es un artista cuyas inquietudes no se reducen a la meticulosa transformación de lienzos. Su trabajo pictórico se proyecta como volúmenes escultóricos en numerosas obras, esculpidas en madera, cerámica y bronce. Desde luego, Leyva también conduce su trabajo por los terrenos de la gráfica. Su óleo El jardín de las reliquias, de 2004, conduce a la serigrafía del mismo título y año. El compinche mayor es un óleo de 2005 que originó ese mismo año dos grabados sobre metal: El compinche en naranja y El compinche en rojo.
Otras piezas realizadas en serigrafía, como La casa del guardián y La mano santa son imágenes autónomas, como también los grabados El rey de la magia y El atrapasueños, ejecutados sobre metal.

Con independencia de la técnica, las obras de Rubén Leyva guardan una característica semejanza iconográfica. Son el resultado de una maduración dilatada, en que la búsqueda formal se afina y perfecciona con cada nueva obra. Al cabo de los años, la maestría del artista le confiere el dominio de sus medios en diversas técnicas, y la gráfica no es la excepción.

El mundo creado por Rubén Leyva en sus diversas obras admite magias humorísticas, burlas formales cuidadosamente perfiladas, así como nostalgias jubilosas. Toda expansión de su creatividad apunta a un momento de plenitud en las vivencias cotidianas. Su divisa podría ser: "La imaginación es la mejor forma de vida".


Sin embargo, Leyva es un hombre con aguda conciencia de la historia y del momento en que vive. Su apelación a la plenitud de las vivencias no implica un escapismo, sino convoca a buscar lo mejor de nuestras historias individuales para una exaltación colectiva. Acaso por ello sus crónicas de jugador son también un espléndido malabarismo con formas y sentimientos, a la vez que una poesía compuesta con el estimulante ritmo de los colores.

Estas cualidades se trasladan de su pintura a su gráfica, y de vuelta a su diversificado ámbito creativo, donde técnicas y destreza están al servicio de una visión que se resuelve en arte. Las memorias que dibuja e ilumina constituyen la personalidad de un artista que, según la definición de Nietzsche, es un venturoso buscador de la dicha, en un mundo ensombrecido por las desdichas de un sistema opresivo que sólo un gran esfuerzo de la imaginación y de la voluntad puede corregir.

Jorge Pech Casanova

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